viernes, 5 de septiembre de 2014

LEYENDA DE LOS OCHO SOLES



En Laos, un país asiático, existe un cuento que dice que hace muchos años había ocho soles que iluminaban la Tierra ¿quieres saber que ocurrió para que sólo tengamos uno ahora?

Hace mucho tiempo, la Tierra estaba iluminada por ocho soles.

La radiante luz deslumbraba a los hombres y el inmenso calor secaba la tierra. Un día los hombres decidieron que ocho soles eran demasiados para iluminar la tierra y que con uno sólo bastaría.

¡Vamos a cazar siete, les vamos a meter miedo y se apagarán! - pactaron los hombres

Fueron a buscar a un buen arquero, el que mejor puntería tenía.

Al disparar sus flechas los soles se asustarían y se apagarían.

Al disparar la primera flecha, un sol se apagó. Disparó una segunda y otro desapareció.

Y así fue hasta llegar a la séptima flecha, que hizo que se apagara el séptimo sol pero también el octavo y último.

Entonces la oscuridad reinó en la tierra, la tierra era sombría y fría y los hombres desgraciados.

Necesitaban la luz del Sol para vivir. -Tenemos que hacer volver al último sol- se lamentaban las mujeres.-Tiene miedo de nosotros- respondían los hombres -En este caso- contestaron las mujeres -pediremos a los animales que nos ayuden a hacer volver al Sol.

Hicieron venir a una vaca, que mugió y mugió pero el sol no vino.

Llamaron entonces a un tigre, que estuvo rugiendo mucho rato.

Los hombres y las mujeres temblaban de miedo y seguramente el sol también tuvo miedo porque no apareció.

Hicieron venir a un búho que ululó toda la noche, pero el sol tampoco apareció.

Sí que lo hizo en cambio una luna blanca que iluminó la Tierra.

Entonces los hombres y las mujeres llamaron al gallo.

Se puso a cantar tan fuerte que su cresta se enrojeció.

Pero siguió cantando y cantando con toda su garganta.

Entonces, tímidamente, una luz amarilla y cálida apareció sobre la Tierra.

Era un sol que despuntaba sobre la línea del horizonte.

Poco a poco, mientras el gallo seguía cantando, el Sol se iba alzando en el cielo e iluminaba las caras de todos aquellos que lo esperaban.

Y desde ese momento cada mañana el gallo llama al Sol para que ilumine la Tierra.

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