domingo, 7 de septiembre de 2014

LEYENDA DEL AMANTE ERRANTE



Una noche de verano, oyó a lo lejos el llanto de un joven, entonces empujada por la natural curiosidad, bajó a la Tierra encarnada en un bello cisne para contemplar aquel melancólico sentimiento. Luna se acercó hasta un lago próximo al joven para poder escuchar sus lamentos:

- !Ohhhhhh¡ desolador murmullo de la Dama del Amor. ¿ Por qué primero me hechizaste con el don del amor y ahora me arrebatas a mi amada, a mi vida? ¿Por qué juegas con el destino y la existencia de los débiles hombres? Maldigo el día en el que ame con todo mi corazón y ella respondió a mis sentimientos de amor verdadero, con falsos !Te Quiero!. ¿No hay lugar en este cruel mundo para el verdadero y eterno amor? ¿ No puedo ser amado?Pero eso ya da igual, por que con la compañía de esta calurosa noche que hiela mis entrañas y con el murmullo de las aguas, quiero segar mi alma y unirme con la nada para no sufrir más.

Después de estas palabras de infinita tristeza, el joven dio fin a la larga vida que le quedaba, apuñalándose con una brillante daga. Pero antes de morir y con su última bocanada de vida susurró: "Te quiero………." Y allí acabó su melancólica existencia.

La Luna atónita y desconcertada empezó a llorar y sus lágrimas de polvo plateado se alzaron al cielo y crearon bellas estrellas. La luna en sus pensamientos de misericordia pensó: "que estas estrellas guíen y reconforten a aquellos que aman con toda su alma, pero no son amados de tal modo".

Cuenta el final de la leyenda que cada vez que no esta Luna en el cielo es porque, triste y desamparada por el recuerdo del joven que murió por amor, se retira al lo mas lejano del cosmos a llorar, porque ella, aun siendo amada, nunca podrá devolver ese amor que los hombres le entregan.

LEYENDA DE BYRTING Y LA REINA DE LOS ELFOS



Aquella noche, mientras dormía en su castillo noruego, el caballero Byrting tuvo un sueño extraño. Apenas había bebido los primeros sorbos de sueño cuando oyó que llamaban a la puerta de su cuarto. Se incorporó bruscamente y preguntó:

―¿Quién llama?

―Levántate, Byrting, y déjame entrar. ―Respondió con suavidad una voz femenina desde el otro lado de la puerta.

La noche era desapacible, y Byrting, que temía a los fantasmas, vampiros y endriagos que según las leyendas se arrastraban por las entrañas de su castillo, no se movió de la cama. Sin embargo, la puerta se abrió por sí misma, y una joven de rara belleza vestida con un fino ropaje de gasa entró en la habitación, tras lo cual se acercó al lecho del caballero, se sentó en el borde y comenzó a jugar con su lustrosa melena.

Prudente, Byrting salto fuera de la cama y se apoyó contra la pared.

―Escucha bien, Byrting ―dijo la joven, fingiendo no haberse dado cuenta del gesto del caballero―: mañana vendrás al Reino de los Elfos.


A la mañana siguiente, Byrting salió a caballo de su castillo. Al pasar por un puente cercano, el caballo se encabritó y tanto jinete como montura cayeron al río. Mientras que el caballo salió airosamente a la superficie, el caballero no pudo desembarazarse del frío abrazo de las aguas. Antes de perder el conocimiento, sintió cómo una mano de dedos largos le agarraba con suavidad del tobillo y comenzaba a tirar de él.


Cuando Byrting abrió los ojos, vio una amplia estancia, hermosa como jamás ningún rey de la Tierra podría soñar con tener. Junto a él estaba la joven de la noche anterior, quien ahora llevaba puesta una corona de hojas e irradiaba serenidad. Le preguntó a Byrting:

―Responde a esto, y piensa bien la respuesta: ¿En qué país has nacido? ¿En qué corte quieres vivir?

―He nacido en Beiarland ―respondió el caballero―, allí en la corte he vivido. Allí vivió mi amada y allí quiero morir.

Al oír esto, la joven pidió a una sirvienta:

―Ve y trae una copa del hidromiel del olvido.

Cuando la sirvienta hubo traído la copa, la joven ordenó a Byrting beber de ella. Apenas hubieron tocado sus labios el líquido que contenía, le volvió a preguntar.

―¿En qué país has nacido?¿En donde quieres vivir?

―He nacido lejos de aquí, pero ahora pertenezco al Reino de los Elfos, en donde quiero vivir y morir. En donde está mi amor.

LEYENDA DE LOS TEMBLORES



Hace muchos años atrás se cuenta que existió una serpiente de cascabel, era muy larga y colorida. Cuando avanzaba se arrastraba como lo hace cualquier serpiente, pero ella parecía un arcoiris retorciéndose en el piso, y ese sonido de su cola era muy llamativo, sin contar que era de agua transparente como la de los manantiales.

Por donde pasaba quitaba la sed a los árboles y plantas, o a lo que se encontraba a su paso, a donde fuera dejaba ver su bondad, dejando el bien por donde sea que pasará.
Se dice que el día en que los humanos pelearon por primera vez, la serpiente desapareció, nadie sabía nada ni la habían visto por ningún lado, fue muy notoria su desaparición porque todo comenzó a secarse, las plantas las flores salvajes, todo.

Después, cuando los hombres dejaron de pelear, poco tiempo después la serpiente volvió aparecer, todo volvió a estar lleno de agua gracias a la serpiente y los árboles y plantíos dieron sus frutos y en los hombres se notaba la alegría de su regreso.

Hubo una ocasión en que los hombres tuvieron una discusión más fuerte, se pelearon y no sólo fue por unos días, sino por muchos años, así que está vez la serpiente desapareció y no regreso nunca.

Según dice la leyenda, no desapareció, sí no que ya no vivió con los hombres, no le gustaba que pelearan y decidió irse a vivir al fondo de la tierra, sigue viva, y de vez en cuando se asoma para ver como siguen los humanos, cuando se mueve bajo la tierra hace que tiemble y así se formen grietas, y en ellas es por donde se asoma, mira que siguen igual y regresa al fondo de la tierra, hasta que desaparece otra vez.

LEYENDA NEMURINEKO



Hace mucho, mucho tiempo, viajaba un escultor llamado Sakichi.

Sakichi quería hospedarse en un hotel pero no tenía dinero, entonces se dirigió al hotelero y le dijo: " Yo no tengo dinero pero en su lugar le puedo hacer una escultura."

El hotelero le permitó quedarse y Sakichi así lo hizo.

Al día siguiente Sakichi le entregó una escultura de un dios.

El hotelero exclamó: "¡Esta es una escultura magnífica!"

Por ese entonces se estaba construyendo en "Nikkotoushougu" en donde se encontraba un escultor muy famoso.

El escultor se llamaba Jingoro Hidari.

El hotelero presentó a Sakichi ante Jingoro para que trabaje con él.

Sakichi estaba muy contento y pensó: "Voy a trabajar con mucho ahínco."

Jingoro se dirigió a Sakichi: "Voy a cincelar un dragón y tú cincela un gato en la puerta."

Todos trabajaron muy arduamente y la noche en que acabaron con las obras en Nikkoutoushougu hicieron una fiesta.

Todos estaban muy contentos y cantaron, danzaron y tomaron.

Esa noche todos estaban muy cansados y se durmieron sin comer la rica comida que había.

A la mañana siguiente se sorprendieron mucho al ver que alguien se había comido todo sin dejar ni una pizca.

"¿Tú comiste?"

"¡Yo no!"

Jingoro y Sakichi se miraron el uno al otro y se dirigieron con paso rápido a la puerta.

En ese lugar estaba el gato que Sakichi había cincelado y unas comidas alrededor de él.

Jingoro transformó al gato en un gato durmiendo y le dijo a Sakichi: "Este gato es magnífico. Probablemente su alma entró y salió por aquí. Pero ya no hay peligro."

Este gato se llama "Nemurineko" y todavía está durmiendo en Nikkotoushougu.

LEYENDA LA CIERVA DORADA



(vieja leyenda tradicional celta)

Durante una de sus famosas cacerías, Finn Mc Cumhaill, vio cruzar repentinamente en la senda que seguían, a una hermosa cierva dorada.

Los perros se lanzaran en su persecución y luego de varias horas, en un fresco valle, la cierva, sin duda muy cansada por la carrera, se detuvo y cayó al suelo.

Como era de esperar, los perros se lanzaron hacia ella, pero para asombro del cazador, en lugar de atacarla, comenzaron a jugar a su alrededor, lamiendo su cara y su cuello.

Finn, asombrado por la situación, dio órdenes de que nadie la dañara, y todos comenzaron el regreso hacia el castillo, con la cierva y los perros jugando amorosamente mientras los seguían.

Esa noche, Finn despertó sobresaltado. Junto a su cama, la mujer más bella que jamás se hubiera visto le hablaba: - Yo soy Sadv, - le dijo- soy la cierva que seguiste hoy. Como no quise brindarle mi amor al druida del Pueblo de las Hadas, me hechizó condenándome a llevar esa forma, de esto hace ya tres años. Pero uno de sus aprendices, un buen amigo, me dijo que si lograba despertar la compasión de algún caballero, recuperaría mi forma original.

Sadv, no solo había logrado la compasión de Finn, en el momento en que la vio, él se había enamorado perdidamente de ella.

Juntos vivieron hasta que una mañana le llegó la noticia de que se avecinaba un ataque por mar; los Hombres del Norte se encontraban en la bahía de Dublín y venían hacia su dominio.

Sólo siete días permaneció Finn fuera de su casa. Al regresar, no vio a Sadv esperándolo, entonces preguntó a sus sirvientes por ella. el más fiel y servicial, con mucha pena le dijo: - Anteayer, nos pareció veros llegar, y todos nos apresuramos hacia el portal, pero en cuanto la Reina Sadv lo cruzó, un fantasma apareció la cubrió con niebla y en su lugar sólo quedó una cierva dorada. Los perros la acosaron y no le permitieron volver al portal, obligándola a huir hacia el bosque. No la volvimos a ver más.

Finn se estrujó las manos, y se retiró con muchísimo pesar a sus habitaciones, durante siete años la buscó por toda Irlanda.

Finalmente, siguiendo un rastro de jabalíes en los montes de Ben Gulbann, oyó que los perros ladraban furiosamente. Allí descubrió un niño desnudo, de largos cabellos rubios.

Finn y sus hombres alejaron a los perros, y condujeron al niño al castillo. Cuando pudo hablar, contó que nunca había conocido a sus padres, sino sólo a una bella cierva dorada, con quien había vivido en un valle profundo y hermoso hasta que una tarde descendió una niebla espesa, cubrió a la cierva, y la hizo desaparecer de su lado.

Finn comprendió que la cierva no era otra que su amada Sadv, y este niño, su hijo.